Maltrato animal y factores de protección para evitarlo

En esta temporada de entrevistas sobre comportamiento animal, conversamos con Julio César Aguirre Ramírez, Médico Veterinario Forense y Decano de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Corporación Universitaria Remington, acerca de la labor de los veterinarios forenses, del comportamiento de los animales, de los delitos más comunes contra los animales, el perfil psicológico del maltratador animal y los factores protectores que procuran evitar este comportamiento violento.

“Somos una especie animal más”

Aunque para algunos seres humanos sea difícil de comprender y aceptar, numerosos estudios han avalado la idea de que los animales tienen la capacidad de experimentar emociones como dolor, miedo o alegría, sentimientos vitales para la supervivencia. 

Para nuestro invitado, la dificultad en aceptar esta premisa radica en que  “hemos arraigado un concepto, que es el asunto del instinto y ese significante de instinto está, tal vez, de manera semántica conectado con lo no racional, con lo automático” y en ese sentido consideramos que los animales no son racionales y actúan de manera automática. Es decir, que tienen comportamientos sin ser conscientes de su respuesta. Sin embargo para el médico Aguirre “esto es algo completamente contrario a la real naturaleza de los animales, especialmente de los animales que se asemejan a nosotros en el sistema nervioso” como los perros, los gatos o los caballos que, en últimas, tienen sensaciones muy similares a las del animal humano. 

El decano explica que los seres humanos somos tan similares a los animales, que se existen modelos neuroendocrinos estudiados en animales para trasladar esa información a asuntos analógicos en humanos. “Somos una especie animal más”, concluye. 

Gravedad de delitos 

Julio Aguirre afirma que de los diferentes delitos que sufren los animale, la medicina veterinaria forense clasifica en dos categorías la gravedad de éstos. Por un lado, está la gravedad individual, es decir, el animal como víctima. Para este tipo de delitos la norma habla de un menoscabo grave, que usualmente se lleva al campo físico pues es fácil de observar la lesión. Por otro lado, se encuentran los animales silvestres en estado de cautiverio, para ellos nos explica Aguirre, en este tipo de situaciones el daño es un asunto emocional aunque el “animal se vea aparentemente bien es emocionalmente grave”. 

En estos dos casos la gravedad individual debe ser observada por especialistas en comportamiento animal, quienes podrán determinar en la individualidad de cada caso, cómo está siendo afectada la integridad física y emocional del animal. 

El veterinario Aguirre nos comenta también que el delito más común en Colombia en contra de los animales es el delito de omisión o negligencia, el cual es determinado por el código penal, como el no proveer al animal las posibilidades para su adecuado bienestar. Explica que la omisión se refiere a acciones como no ofrecer el alimento adecuado, no vacunar al animal o no sacarlo para que realice el ejercicio físico necesario para prevenir enfermedades. Y aunque este delito es el más común, no es el más visible. El decano de la Uniremington manifiesta que los delitos más visibles mediáticamente son los “maltratos físicos, donde hay golpes, donde hay amputaciones, donde hay sangre”. 

Antropomorfización, otro tipo de maltrato

Según la RAE, la antropomorfización se refiere a conceder forma o cualidades humanas a una cosa o a un ser sobrenatural. En este caso, sin embargo no son cosas ni seres sobrenaturales, sino totalmente naturales: los animales. ¿Estas prácticas pueden considerarse maltrato hacia los animales?

Aguirre Ramirez manifiesta que estas prácticas pueden ser una forma de maltrato. Y nos cuenta que desde hace más de quince mil años se han intervenido los procesos reproductivos de los perros, en particular, con fines de modificación estética. Hoy muchos animales de compañía tienden a tener características pedomorficas, es decir que conservan características similares a las de su fase infantil durante toda su vida, «habiendo aquí unas alteraciones que atentan contra el bienestar del animal”.

Adicionalmente nos cuenta que “hay animales de raza que sufren en vida las consecuencias de una incorrecta selección genética, en asuntos de resistencia a enfermedades, en asuntos de salud dermatológica y en casos de salud mental”. Manifiesta además que “hay un maltrato por esa necesidad de hacer de los animales algo que no son”.

Diferencias y similitudes

El desarrollo neocortical que tenemos los seres humanos y los animales, sobre todo los domesticados y de compañía, permite que ambas especies nos podamos conectar en asuntos emocionales, gestuales y de comunicación no verbal.  Aunque Aguirre finalmente apunta a que el lenguaje es una característica fundamental que nos diferencia de otros animales como los primates. «Somos tan parecidos que asusta pero tan diferentes que es claro que debemos entender esa individualidad», finaliza diciendo Julio Aguirre.

Vea la entrevista completa aquí en nuestro canal de YouTube:

Entrevista con Ana Vélez sobre la evolución y el arte

Ana Cristina Vélez Caicedo trabajó durante décadas en el mundo del arte y ahora escribe sobre ciencia, evolución y arte en el diario El Espectador en su blog Catrecillo. Sus libros Homo artísticas, Los invisibles de lo visible y Creatividad e Inventiva abordan el tema con claridad y rigurosidad. En C3 – COLEGIO DE CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO estuvimos hablando con ella sobre la evolución del arte, no solo en nuestra especie -Homo sapiens- sino también en otros animales ¿Qué es el arte? ¿El arte es innato o adquirido? ¿Tiene o debe tener alguna utilidad el arte? Estas y otras preguntas en la entrevista completa a continuación:


Imperfecciones corporales con William Álvarez

El médico otorrinolaringólogo William Álvarez se ha dedicado a estudiar la influencia de las hormonas en la evolución y el comportamiento de los primates como nosotros los Homines sapientes. En esta entrevista en C3 – COLEGIO DE CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO, nos habla de su libro Imperfecciones Corporales -en coautoría con Antonio Vélez- en el que trata como los reductos de la evolución han quedado también en nuestro cuerpo sin función alguna o incluso, con funciones desadaptativas. También nos da luces sobre el nuevo texto en el que está trabajando sobre el impacto del estrés y la ansiedad en la actualidad.

Entrevista con Natasha Bloch

Es especialista en genética evolutiva y profesora en la Universidad de los Andes. Recientemente su nombre recorrió el mundo por ser una de las primeras mujeres en ser editora asociada en la revista de la Royal Society. Estuvo conversando con nosotros en C3 – COLEGIO DE CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO, sobre comportamiento de apareamiento en los guppys y sus posibles implicaciones en el comportamiento humano.

¿Para qué las Ciencias del Comportamiento?

dreamy asian boy embracing yorkshire terrier on sports ground

Por: Carlos Andrés Naranjo Sierra*
Antes de adentrarnos en tan sesuda pregunta que titula este texto, considero conveniente resolver otra inquietud, que nos asalta a los psicólogos desde hace más de un siglo: ¿Debemos centrarnos en el estudio del comportamiento, o del pensamiento, o de las emociones? Y además, ¿estudiar la mente es lo mismo que estudiar el cerebro? Varios colegas han tratado de zanjar estas importantes cuestiones para darle un punto de partida al estudio del alma humana, la psique.

Pero la verdad es que la respuesta no es simple. El reconocido y famoso historiador israelí Yuval Nohal Harari dedica varios apartes en sus textos a hablar de la importancia de definir si hay algo en el concepto de mente que esté por fuera del concepto de cerebro. Si no es así, la psicología, la psiquiatría y la neurología tendrían el mismo objeto de estudio, es decir, el cerebro. Tampoco es fácil definir si somos lo que sentimos, lo que pensamos o lo que actuamos, más allá del principio integrador humanista de ser, pensar y actuar.

Entonces, ¿por qué enfocarnos en el actuar, es decir, en el comportamiento? La respuesta se inicia en que parece ser allí donde podemos establecer, al menos inicialmente, un diálogo más fluido entre diferentes campos del conocimiento. como la psicología, la economía, la inteligencia artificial, la etología y hasta las políticas públicas o la publicidad. Son los hechos y sus consecuencias lo que nos permiten establecer unos principios básicos sobre los cuales discutir y plantear hipótesis que integren el diálogo de saberes que llamamos Ciencias del Comportamiento.

¿Es este punto de vista, basado en el comportamiento, desde la mirada positivista, único y definitivo? Seguro que no:  en ciencia, por principio, no tenemos nada definitivo. Como nos lo recuerda el brillante filósofo y epistemólogo austriaco Karl Popper, en ciencia no hay verdades, solo verosimilitudes, es decir, teorías parecidas a la verdad que deben someterse constantemente a comprobación, o para ser más exactos, a falsación. Así que desde este puerto partimos los primates humanos a mitad del siglo XVIII, navegando con la idea de comprender el mundo en la nave de la razón.

Hoy la Ciencias del Comportamiento se han entrometido en casi todos los campos del saber animal y humano, si es que no son la misma cosa, para enseñarnos sobre nosotros mismos y nuestros hermanos evolutivos, los animales. A algunos suele molestarles esta comparación, y el lenguaje humano es claro en procurar trazar esa supuesta taxonomía que nos separa de la animalidad. Incluso las ciencias sociales en el siglo XX estuvieron fuertemente marcadas por el culturalismo, o lo que el psicólogo norteamericano Steven Pinker llama el Modelo Estándar de las Ciencias Sociales.

Lo cierto es que entre más adentro miramos, más coincidencias encontramos entre todas las especies vivas. Cosas tan simples como la idéntica metabolización de la glucosa -energía celular- en todas las especies vivas, incluyendo las plantas, no hace más que demostrarnos el origen común que tenemos todos los que habitamos ayer y hoy el planeta tierra. Este origen común nos conduce necesariamente a destinos comunes en los que conocer y reconocer nuestros comportamientos, más allá de juicios morales de buenos o malos, tiene mucho que aportarnos para un futuro que se asoma a la vuelta de la esquina.

*Director C3